7 de maio de 2009

Hablando de sentimientos

Cuando llegué los ojos se encontraron por algunos instantes. No había demasiado público para entorpecer, pero los pocos otros pares de ojos que ahí estaban eran suficientes para dejarnos incomodados con la situación.

El distanciamiento momentáneo, por vergüenza o miedo de lo que podría acontecer, y la gran aproximación posterior, por deseo o gana de saber lo que acontecería, no fueron señales satisfactorias para los dos, que no notaron lo cuánto cada uno tomaba rumbos diferentes.

El corazón acelera fuerte hasta ahora. Veo aquel rostro destacado en muchos rostros por la calle. Siento el olor como si aún estuviera su perfume en mi piel después de una noche intensa. Y aquellos ojos que me miraron cuando yo llegué en una tarde de domingo, parecen estar mirándome día y noche. Y todo lo que yo quiero es volver a verlos delante de mí, diciéndome cosas que las palabras no saben traducir.

Mientras eso, las palabras me explican cosas distintas de lo que yo leí dentro de él. Su esencia me educaba para algo atractivo, pero él no fue capaz o no quiso arriesgar su falsa libertad en pago de otros buenos momentos como los que vivimos en ese corto espacio de tiempo.

Se queda el gusto de quiero “más”, porque yo aún quiero más de ti.
Se queda la gana de continuar siendo sorprendida por sus sentimientos diarios.
Se queda la tentativa de no dejarte pasar “como agua corriendo entre los dedos”, pero usted solo ya corrió de mis manos.

Cierto día leí que usted quería hacerme feliz y que gustaría que yo pudiera hacerte feliz. Yo creí que usted deseaba que fuera así por mucho tiempo. Pero sé que aún puedo realizar su antojo si usted dejar.